Crítica al miedo que provoca la iglesia para su sostén.
Estimados amigos, ahora que inician las campañas políticas, déjenme comentarles lo siguiente:
Hace varios sábados me disponía a cortar el pasto del jardín de mi casa cuando llegaron dos seguidores de los Testigos de Jehová. Luego que me saludaron me empezaron a echar todo el rollo religioso (jesucristo y sus aventuras, bla, bla, bla, ...) pero el punto culminante fue cuando me dijeron que me pusiera a rezar pues era inminente el fin del mundo.
Yo la verdad me espanté, y como me considero una persona práctica, consideré el ir a comprar un par de Caguamas y esperar sentado el fin de este mundo, aunque siempre con la esperanza de que diosito nos aguantara, por lo menos, a que se realizara el Super Bowl de febrero próximo.
La mirada de mi esposa, cuando notó que no empezaba a cortar el pasto, me devolvió a la realidad (esto es, que ya no le hiciera al canelas) y terminé en friega haciendo mi quehacer sabatino.
Esto me hizo recordar lo escrito por Bertrand Russell (¿Porqué No Soy Cristiano?, Los Caminos de la Libertad, La Perspectiva Científica) y de Carl Sagan (Cosmos, El Cerebro de Broca, Los Dragones del Edén) que definen el sustento de toda religión en el miedo. Para soportar la existencia de un dios "bueno" (Jehová, Yavhé, Jesucristo, Buda, Alá, Tlaloc, Zeus, etc.) tiene que existir su antagónico, el dios malvado (belcebú, satanás, el coco, lucifer, Salinas de Gortari, etc.). En el hipotético instante en que la gente dejara de tener miedo y considerara que su vida es el resultado de lo que ha hecho o dejado de hacer, y su futuro esta en función solo de meros aspectos terrenales (justicia social, educación, derecho al trabajo, a la salud, a la vivienda, etc.) el dios "bueno" dejaría de existir.
Los "Predicadores de la Muerte", esto es, los sacerdotes, chamanes, brujos, tele-evangelistas, curanderos, monjas, curas, etc., así llamados por Friedich Nietzsche (Así Habló Zarathustra, Más Allá del Bien y del Mal, El Anticristo) a aquellos que promueven el miedo para soportar una religión, se manifiestan en nuestra vida cotidiana para mantener a la población con el miedo suficiente para apaciguarla.
Por ejemplo, Bush mantiene en histeria a los gringos con el miedo de potenciales actos terroristas en las principales ciudades de los EU para dejar a su ejército con la libertad de invadir cualquier país del mundo y apoderarse de sus riquezas naturales.
Aquí en México, los principales beneficiarios de las políticas neoliberales de los últimos gobiernos priístas y el actual panista, los banqueros, los empresarios, la iglesia y los principales medios de comunicación, están en campaña permanente para inducir el miedo a la población con la probable victoria de AMLO. Según estos, si triunfara el Peje, todas las calamidades caerían sobre nuestro país; esto es, se devaluaría el peso, habría tsunamis en nuestras costas, nos invadirían los guatemaltecos, el agua de los ríos se convertiría en vino (bueno, creo que esto no sería malo), como en Sodoma y Gomorra, los que votáramos por AMLO nos convertiríamos en estatuas de sal (perdónalos señor pues no saben lo que hacen), las chivas descenderían a la primera A, la peste negra llegaría como castigo por ser infieles, etc.
En Querétaro, ya somos varios los que estamos luchando porque el oscurantismo panista no gane. En esta sociedad mochilona, donde hay más iglesias y seminarios que escuelas y bibliotecas, y donde todavía se siente nostalgia por el Imperio de Maximiliano, existe todavía gente que llora al pie del Cerro de las Campanas por la muerte del traidor Tomás Mejía.
Felipillo, "el más pillo de mis hijos", diría la virgencita Marthita "La Piadosa", el hombre que cuando fungió como coordinador de los diputados panistas avaló el mayor fraude de la historia que es el Fobaproa, que se autoprestó 3 millones de pesos como director de Banobras y promovió la venta de la CFE y Pemex cuando fue secretario de energía, es fiel a las prácticas entreguistas de Fox y al conservadurismo panista.