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miércoles, 1 de junio de 2005

Sobre la violencia en México

(Frutas, verduras, botella y jarra)
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La violencia como un efecto de las prácticas religiosas.

La ingobernalidad que sufrimos los mexicanos y que se traduce en una violencia generalizada - secuestros, homicidios, asaltos, discriminación, violencia familiar, etc. - no es únicamente resultado de la incompetencia del gobierno federal. Este problema no puede resolverse con aumento de sueldos a los policías ni con mayor presencia policíaca o militar en las ciudades. La causa raíz tiene una connotación cultural donde el gran culpable es la iglesia católica.

Déjenme explicarles:

La iglesia ha discriminado abiertamente a los homosexuales y lesbianas los cuales los considera enfermos y que, con un tratamiento psicológico y medicinas, se curarán. Como toda religión está peleada con la ciencia, no acepta los estudios que han demostrado la influencia de los desarreglos de los cromosomas y alteraciones del genoma humano antes del nacimiento de quienes tienen preferencias sexuales diferentes. Y eso que la mayoría de ellos y ellas, así como todos los narcotraficantes, los pederastas y los panistas son guadalupanos, la iglesia nos los acepta y provoca que el resto de la población no los acepte e, incluso, los agreda y hasta los asesine. El líder de los gays brasileños acusaba a Juan Pablo II preguntándose cuántas muertes se pueden adjudicar a la iglesia por su postura irracional.

La iglesia no acepta el uso de métodos anticonceptivos para el control de la explosión demográfica. Jorge Serrano Limón, el de las tangas de Provida, dijo que México sería "más fuerte si fuéramos 200 o 300 millones de habitantes" para refutar la aplicación de la vasectomía en los hombres. No sé si se requiera más explicación, pero es obvio que si somos muchos mexicanos que demandamos trabajo, educación, casa, servicios públicos, etc., al no poder satisfacer éstas necesidades a la población, se generarían tensiones sociales que degenerarían en más violencia de la que padecemos. Afortunadamente ya muchas mujeres han tomado conciencia y, aunque vayan a misa los domingos, no se olvidan de usar algún método que evite traer tanto escuincle a este mundo (aún a pesar del macho que tengan como pareja).

La iglesia no permite que se disuelva el matrimonio contraído entre dos católicos. La esencia de la religión es lo más bajo de la naturaleza humana y, como lo señaló Bertrand Russell (filósofo inglés, ejemplo del libre pensamiento) "el temor es el padre de la crueldad, y en consecuencia no es de admirarse que la crueldad y la religión hayan ido de la mano". Señalo lo anterior porque no es razonable que dos personas que se unieron en una etapa donde sintieron un amor mutuo no puedan separarse religiosamente cuando el amor se ha acabado. El amor no puede durar por decreto y considerarse como un contrato indisoluble. La pareja presidencial, dentro de su ignorancia propia de fanáticos religiosos, sufren porque el patotas no consigue la disolución de su matrimonio religioso para poder sacar de blanco a Martita "La Piadosa" la cual ha demostrado que siguió siendo virgen aún después de 3 hijos (¡arrodíllense infieles ante éste milagro!). ¿Cuánta violencia familiar se ha originado al mantenerse juntos dos personas que dejaron de quererse?.

La degradación de nuestra sociedad, sustentada por el afán de lucro irracional soportada en los valores cristianos, hace ver muy lejos la aparición de una verdadera sociedad libre y sustentada en un apego a la naturaleza y respeto al ser humano y a todo ser viviente de este planeta. A pesar de que la religión sólo genera dolor, parecería ser que a la gente le gusta. El gran filósofo alemán Friedrich Nietzsche ("Más allá del bien y del mal"), decía que "la fe cristiana es sacrificio, sacrificio de toda libertad, de todo orgullo, de toda certidumbre del espíritu respecto a sí mismo; pero al mismo tiempo es sometimiento y burla de uno mismo, automutilación".

Esperamos que este sexenio oscurantista, retrógrada y conservador termine sin que aparezca el "México Bárbaro".

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