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La semana pasada asistí a una Convención, en la Cd. de México, donde se buscó la integración del personal que labora en una organización. Después de escuchar las políticas, estrategias organizacionales, los objetivos y los indicadores de desempeño, se tuvieron dinámicas motivacionales para fomentar ciertas actitudes positivas para el trabajo diario.
El esfuerzo que hace cualquier organización para fomentar el nivel de competencia de los involucrados en sus actividades debe considerarse como una acción positiva. Durante la interacción de los participantes tuve que identificar a los típicos “lame-botas” que existen en todo tipo de organización.
¿Quiénes son éstos?
Son aquellas personas que pierden la dignidad al comportarse en forma ridícula, cursi y patética, con tal de agradar a los directivos (o al dueño) de una organización y, con esto, asegurar su puesto de trabajo. Se manifiestan como los chistosos, los que siempre están de acuerdo con el patrón, los que no tienen horario para salir del trabajo, que les importa más la empresa que su familia, tratan de identificarse con quienes tienen el poder en una empresa y tratan mal a los que tienen menos jerarquía que ellos.
En la convención citada, un típico "lame-botas" fue entrevistado enfrente de todos y tuvo la oportunidad de decir lo que los directivos quieren oír. Dijo literalmente que el “no traía la camiseta de la organización” sino que tenía a la empresa “impregnada en la piel y en la sangre”. Varios de los presentes sentimos escalofrío al escucharlo, y tristeza de ver cómo puede autohumillarse un ser humano. Todo por mantener el trabajo. ¿Será válido en esta crisis de empleo?
Desde mis inicios laborales he criticado esta actitud y, en innumerables ocasiones lo he planteado de esta manera: todo trabajador, empleado y prestador de servicios debe de respetar a la organización a la que pertenece o al cliente que le compra sus servicios. Pero este respeto está contemplado en los compromisos adquiridos y establecidos en un Contrato elaborado al inicio de una relación laboral. El respeto se manifiesta en cumplir, con profesionalismo y ética, las actividades solicitadas, en los tiempos establecidos y consiguiendo los objetivos predeterminados, aplicando todo el conocimiento o habilidades adquiridas.
Pero hasta ahí. Los típicos lame-botas siempre están dispuestos a quedarse más tiempo en su trabajo, aunque se hagan pendejos, adulan a los jefes y critican a otros empleados para desviar la atención sobre ellos, pues normalmente no consiguen resultados (esto lo suplen con su supuesta gracia para ser los bufones de las reuniones).
Sobre el tiempo que permanecen en el trabajo, un amigo gurú de la calidad me comentaba que estos susodichos, o requieren ayuda para hacer su trabajo o les queda “grande” la responsabilidad que tienen. El trabajo debidamente planeado, debe hacerse en el tiempo asignado y en el horario establecido en el centro de trabajo.
Podríamos pensar que cada quien hace de su vida lo que quiera, pero en este caso, los lame-botas son puntos de referencia de los directivos en una empresa, pues si éstos se quedan más tiempo en el trabajo, van los sábados y hasta domingos a trabajar, no hacen uso de viáticos cuando se requiere trasladarse fuera de la organización, toman camión en la noche para evitar hospedarse en un hotel y nunca contradicen al jefe, los que no sigan este patrón de comportamiento, son considerados como personas “negativas” y no fieles a la empresa.
¡Qué pena por ellos!
El esfuerzo que hace cualquier organización para fomentar el nivel de competencia de los involucrados en sus actividades debe considerarse como una acción positiva. Durante la interacción de los participantes tuve que identificar a los típicos “lame-botas” que existen en todo tipo de organización.
¿Quiénes son éstos?
Son aquellas personas que pierden la dignidad al comportarse en forma ridícula, cursi y patética, con tal de agradar a los directivos (o al dueño) de una organización y, con esto, asegurar su puesto de trabajo. Se manifiestan como los chistosos, los que siempre están de acuerdo con el patrón, los que no tienen horario para salir del trabajo, que les importa más la empresa que su familia, tratan de identificarse con quienes tienen el poder en una empresa y tratan mal a los que tienen menos jerarquía que ellos.
En la convención citada, un típico "lame-botas" fue entrevistado enfrente de todos y tuvo la oportunidad de decir lo que los directivos quieren oír. Dijo literalmente que el “no traía la camiseta de la organización” sino que tenía a la empresa “impregnada en la piel y en la sangre”. Varios de los presentes sentimos escalofrío al escucharlo, y tristeza de ver cómo puede autohumillarse un ser humano. Todo por mantener el trabajo. ¿Será válido en esta crisis de empleo?
Desde mis inicios laborales he criticado esta actitud y, en innumerables ocasiones lo he planteado de esta manera: todo trabajador, empleado y prestador de servicios debe de respetar a la organización a la que pertenece o al cliente que le compra sus servicios. Pero este respeto está contemplado en los compromisos adquiridos y establecidos en un Contrato elaborado al inicio de una relación laboral. El respeto se manifiesta en cumplir, con profesionalismo y ética, las actividades solicitadas, en los tiempos establecidos y consiguiendo los objetivos predeterminados, aplicando todo el conocimiento o habilidades adquiridas.
Pero hasta ahí. Los típicos lame-botas siempre están dispuestos a quedarse más tiempo en su trabajo, aunque se hagan pendejos, adulan a los jefes y critican a otros empleados para desviar la atención sobre ellos, pues normalmente no consiguen resultados (esto lo suplen con su supuesta gracia para ser los bufones de las reuniones).
Sobre el tiempo que permanecen en el trabajo, un amigo gurú de la calidad me comentaba que estos susodichos, o requieren ayuda para hacer su trabajo o les queda “grande” la responsabilidad que tienen. El trabajo debidamente planeado, debe hacerse en el tiempo asignado y en el horario establecido en el centro de trabajo.
Podríamos pensar que cada quien hace de su vida lo que quiera, pero en este caso, los lame-botas son puntos de referencia de los directivos en una empresa, pues si éstos se quedan más tiempo en el trabajo, van los sábados y hasta domingos a trabajar, no hacen uso de viáticos cuando se requiere trasladarse fuera de la organización, toman camión en la noche para evitar hospedarse en un hotel y nunca contradicen al jefe, los que no sigan este patrón de comportamiento, son considerados como personas “negativas” y no fieles a la empresa.
¡Qué pena por ellos!
¡Esos lame botas!. El esfuerzo, la constancia, la lealtad no debieran ser contrarios a la dignidad ni al bienestar de la persona!!!
ResponderEliminarsaludos!!
EVV