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jueves, 17 de septiembre de 2009

El aborto en Querétaro

(Río en blanco y negro)

Hace un par de semanas el Congreso local de Querétaro, con mayoría panista, aprobó la “Ley antiaborto” estatal que, junto con la de una decena de estados más, sirven de contrapeso a la despenalización de esta actividad que se legisló en el DF desde tiempos de Rosario Robles.

La derecha mexicana (conservadora, reaccionaria y retrógrada) integrada por el PAN, la iglesia y los empresarios y banqueros, no han entendido que hay una gran diferencia entre las preferencias religiosas y el interés público. Si una familia ha optado por vivir de acuerdo a los dogmas de una religión, ya sea la católica u otra secta, debería circunscribirse al ámbito familiar; esto es, su práctica debería estar limitada a las paredes de su casa o a la iglesia donde domingo a domingo asiste.

Cuando se es legislador, los hechos basados en evidencias y el apoyo de la ciencia, deberían ser los soportes para generar leyes y reglamentos que lleven a mejorar el nivel de vida de los ciudadanos. Pero esto lo tienen en el olvido los legisladores panistas, pues en vez de tener presente la Constitución Política donde se señala la existencia de un estado laico, hacen uso de los dogmas aprendidos en sus clases de catecismo y en las fantasías señaladas en la biblia.

El hecho es que el aborto existe y seguirá existiendo, y que el castigar penalmente a las mujeres que lo lleven a cabo no hará disminuir su práctica. Haciendo una analogía, es como las campañas continuas del gobierno para que los mexicanos no crucen ilegalmente la frontera con los EU. Así se tenga el Río Bravo, el desierto y la ‘migra’, la pobreza es tan grande que miles de mexicanos prefieren correr el riesgo y no ver morir a su familia de hambre.

Cómo puede una ley disuadir de practicar el aborto por una mujer que ya tiene 6 o 7 hijos y que es embarazada por el marido que llega borracho a casa, una mujer violada por un vándalo sin escrúpulos, la novia engañada por el novio que le pidió una “prueba de amor” y después desaparece, la madre desesperada por la miseria y que su religión le ha dicho que el uso de anticonceptivos es un pecado y que debe tener los hijos que “dios le dé”, la futura madre a quien los médicos le hayan dicho que su bebé tendrá una malformación o una enfermedad congénita o que la vida misma de la madre corre peligro.

Como se puede ver, es una ley machista pues no se castiga al hombre que participó. Como la iglesia es una organización misógina, la mujer es la culpable de todos los males pues ellas representan al demonio que tienta al hombre santo.

En la infinita ignorancia y cerrazón de todo fanático religioso, éstos consideran que la mujer no piensa por sí misma y que, si se despenalizara el aborto, se incrementaría su práctica. “¡Viejo, viejo, embarázame porque quiero ir a abortar a una clínica del Seguro!”.

Si consideramos una sociedad pensante, la mujer debe decidir, ya sea ella misma, con su pareja o con su familia, si aborta o no, si estuviera en una situación no esperada o planeada. La libertad de decidir, de acuerdo a su libre albedrío, es la condición fundamental si pretendemos estar en un estado democrático.

¿Lo entenderán los fanáticos religiosos?





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